Últimamente se ha desatado una batalla campal entre los defensores de la salud y las compañías de productos alimenticios ¿la razón? El famosísimo lema «Fat Free».
Malas noticias queridos lectores, el Fat Free no es la solución a nuestros pesares… Resulta que el «Fat-Free» no es más que un producto de la mercadotecnia para seguir consumiendo comida chatarra (porque seamos realistas, lo que compramos Fat Free son esas cosas que nos da culpa comer. Difícilmente vamos a comprar una bolsa de espinacas «Fat Free»).
Se ha demostrado que los alimentos «sin grasa» que se venden en el mercado son compensados con cantidades industriales de azúcar (y derivados) que al final del día el cuerpo transforma en grasa. El engaño se entiende muy fácil si te das cuenta que los costales de azúcar podrían tener una leyenda que diga «Fat Free» porque no contienen ni un solo gramo de grasa (no por eso deja de ser veneno).
Antes de comprar un producto «Fat Free»:
– Revisa cuántas calorías tiene la versión original del producto Vs. el empaque «Fat Free», si la primera tiene menos calorías, es más aconsejable consumirla que ir por una versión extra-procesada
– Qué componentes del azúcar y derivados se mencionan en la etiqueta y en qué niveles (esto es lo más importante!)
-Trata de elegir una versión más natural de lo que sea que estés comprando, recuerda que mientras más procesada sea la comida, más dañina es para tu organismo.
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