Esta es la historia de una madrileña que volviendo de unas vacaciones de ensueño en la playa tomó una decisión que le cambiaría la vida para siempre: patentar las cosquillas.
Como lo lees. Investigó si las cosquillas estaban patentadas y al no estarlo, las registró a su nombre, ese documento es la semilla de un negocio que crece por minuto: CosquilleArte. Se trata de un centro especializado en hacer cosquillas con las manos y plumas en zonas específicas que relajan el cuerpo.
Las cosquillitas no las hace cualquier fulana, sino terapeutas tituladas que a través de sus cosquillas los clientes de CosquilleArte tengan una experiencia que los puede remontar a su infancia evocando etapas de juego y placer, mismas que trasladan a un estado de bienestar, calma y relajación.
Hoy CosquilleArte vende franquicias y tiene una agenda tan llena, que hay que apartar hasta con 1 mes de anticipación para recibir cosqui-terapia.
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